Medias manzanas

ed599aa004258243b1e96c5d7a6bbfdb

Dicen que la familia se elige y los amigos se escogen, pero yo creo que no, que las amistades también son cosa del destino, de la suerte o como se quiera llamar. De que dos caminos se crucen y que en ese pasar por la vida decidas pararte a mirar a un extraño. Y que veas en sus ojos algo muy tuyo y algo muy ajeno al mismo tiempo. 

Yo no recuerdo cuando te conocí. Es decir, sí, claro, sé que nos hicimos amigas en el instituto, pero lo que digo es que no tengo ni idea de en qué momento lo supe todo de ti, o al menos lo suficiente para saber que te retuerces el pelo cuando estás delante del chico que te gusta, que te mueres por los pepinillos de la hamburguesa del Happy Meal y que has querido quemarle la casa a cada chico que me ha roto el corazón.

En realidad, sé mucho más que eso. Sé que un concierto contigo es triplemente divertido, que no emborracharnos juntas puede ser algo eufórico, atípico, hipnótico. Que con nuestras conversaciones se podría debería hacer un libro (de autoayuda), y que perdernos la una a la otra ni siquiera es una opción.

Son bastantes cosas las que sé de ti, no todas, claro. Probablemente, ese momento no ha llegado ni llegará, por eso no lo recuerdo. Pero eso, amiga mía, es lo mágico de la amistad. No comprenderte siempre, saber que no me ofendes cuando te guardas un secreto, y que tus verdades no quieren ser ofensas. Ser consciente de que no siempre podremos estar tan cerca y, aún así, estar segura de que «lejos» nunca cabrá en nuestro vocabulario.

Porque verte crecer ha sido un privilegio, crecer contigo, un milagro hermoso. Y así como yo nunca te elegí, ni tú a mí tampoco, será un placer seguir no eligiéndote hasta que seamos dos ancianas celebrando sus bodas de oro rodeadas de nietas o haciendo calceta rodeadas de gatos.

Sea como sea, pero juntas. Siamesas. Hermanas de pega. Atrayentes polos opuestos. Medias manzanas. Tú y yo.

Comenta lo que quieras